El discípulo vivía con su mentor espiritual. Un día le comentó:
-Venerable maestro, me gustaría hacer cosas muy importantes, muy trascendentes.
-Bien, bien…- respondío el maestro, así como si no lo oyera-. Ya las harás. Ahora lava los platos.
Cuando el discípulo acabó de hacerlo, el maestro dijo:
-Barre el patio.
El patio quedo reluciente como un espejo y el maestro ordenó:
-Ve a recoger los escrementos de la vaca para preparar el fuego.
Así lo hizo el discípulo, y a continuación el maestro le dijo:
-Prepara la cena
Una vez hubieron cenado, el maestro dijo:
-Lava los platos.
El discípulo lavó los platos y luego, muy compungido, se lamentó:
– ¡Pués si que estamos bien! ¿ Y dónde están las cosas relevantes, trascendentes?
– ¿Te parece poco relevante lo que has hecho?- preguntó el maestro, y agregó:- Aparentemente son cosas pequeñas, pero no por ello dejan de ser importantes. Y además, si haces bien las cosas pequeñas, también harás bien las grandes y trascendentes cuando lleguen. Anda, prepara ahora una taza de té.
Extraído del libro «Cuentos de los grandes maestros espirituales» Ramiro A.Calle (2005)Ed.Oberón
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