Como me lo contaron así os lo cuento a vosotros.
Había una vez un mago muy, muy pobre que sólo tenía una humilde casa y su varita mágica. Un día oyó que iba a haber un mercadillo de trueques en la misma plaza en la que él se encontraba. El mago que era bajito con una barba blanca hasta los pies acabada en punta y con un traje azul marino con estrellas y lunas amarillas, se dirigió al mercadillo. Allí había de toooodo lo que quisiera él. Echó una ojeada y vio un libro de la Sabiduría. Él quería llegar a ser más sabio de lo que era para poder ayudar a muchas personas.
Al mago Chapó, que así se llamaba, le aceptaron el cambio del libro de la Sabiduría por su varita mágica. Y, cuando fue a abrir el libro,de repente, se oyó una voz:
– ¡Chapó!.
– ¿Eh? ,¿De dónde viene esa voz?
– De aquí, del libro.
– ¡Qué! ¿Un libro parlante? –contesto muy extrañado.
– Chapó, ¿tu sueño es ser el más sabio de los sabios para curar las enfermedades? – le dijo el libro.
– Sí. – afirmó.
– Pues entonces sigue mis instrucciones.
– Vete al bosque de los robles. En el roble más alto, con una puerta de madera y un pomo de oro, encontrarás a la Hechicera Suprema.
Y así fue como lo hizo. Se fue al bosque de los robles, buscó el más alto con la puerta de madera y el pomo de oro y llamó al timbre.
Ding dong. – La hechicera se asomó y después cerró de un portazo y dijo a través de la puerta de muy malas maneras:
– ¿Quién eres y cómo sabes que estoy yo aquí?
– Soy un mago muy pobre y estoy aquí por el libro parlante que cambié en un mercadillo de trueques.
– Así que Lucarc ¿eh?
– ¿Quién es Lucarc? – preguntó Chapó.
– Pues el libro del que me hablabas. Anda pasa y dime qué haces aquí.
– He venido a ser más sabio.
– ¿Qué? ¡Pero si ya lo eres! El viaje que has hecho te ha hecho ser más sabio, el creer en la magia te ha hecho más sabio. Ahora vete a casa y te encontrarás con una gran sorpresa.
Y así se fue. Fue a casa y ¡madre mía!¡ Toda la casa estaba adornada y rellena de todas las cosas que más quería e incluso tenía su propio local de enfermero! Y desde entonces no tuvo más problemas.
Autor: Jorge Gómez (9 años)
Jorge, gracias por compartir tu cuento con otros muchos niños y mayores permitiendo que lo publique.
Noelia