Prevenir las drogodependencias supone ser capaz de modificar los factores que contribuyen al desarrollo de un problema relacionado con el consumo de drogas. Numerosos estudios han puesto de manifiesto que el riesgo de abusar de las drogas no es el mismo para todo el mundo, sino que está relacionado con la exposición a diferentes factores que aumentan o disminuyen la probabilidad de que una persona determinada abuse de las drogas, y que reciben el nombre de factores de riesgo y factores de protección. Algunos pueden ser biológicos o hereditarios, sin embargo, se han identificado también factores de riesgo y protección relacionados con el entorno social y familiar.

 

Entre los factores de riesgo familiar encontramos:

La falta de supervisión de la conducta de los hijos.

La escasa definición y comunicación de normas y expectativas de conducta para los hijos.

Las pautas de disciplina inconsistentes o muy severas.

La debilidad de los vínculos afectivos entre padres e hijos.

La pobreza de la comunicación y la interacción padres – hijos.

La presencia de conflicto familiar.

Las actitudes y conductas familiares favorables al consumo de drogas.

 

Entre los factores de protección relacionados con el entorno familiar podemos señalar:

La existencia de vínculos emocionales positivos entre padres e hijos.

La existencia de normas familiares y pautas de conducta, claras y estables.

La utilización de métodos de disciplina positiva por parte de los padres.

La implicación significativa de los padres en la vida de los hijos.

El seguimiento y supervisión de la conducta de los hijos (actividades fuera de casa, relaciones y amistades, rendimiento académico, etc.).

El impulso y apoyo de los padres a la participación y vinculación de los hijos en actividades e instancias socializadoras.

La percepción, por parte de los hijos, de desaprobación familiar en relación al consumo de drogas.

 

 La evaluación de diferentes programas de prevención de drogodependencias nos muestra que es posible enseñar a los padres a modificar y mejorar sus habilidades educativas y de gestión familiar, de manera que reduzcan los factores de riesgo y se incrementen los factores de protección a los que están expuestos sus hijos.

 

A medida que se favorecen los factores de protección mencionados y se promueven hábitos de vida saludables y una cultura de salud que incluya el rechazo al consumo de drogas, estamos potenciando las actitudes dirigidas areducir o evitar el uso y/o abuso de drogas y, por tanto, los problemas asociados a éste. En esta labor de prevención, la familia desempeña una papel fundamental en la transmisión de información y experiencias, de valores y reglas de conductas, de normas de convivencia, proporcionando estabilidad emocional y constituyendo un espacio que permite desarrollar en los niños aquellas capacidades socioafectivas (autocontrol, autoestima, expresión emocional…) y personales necesarias para un óptimo desarrollo evolutivo.

 

En los últimos años, padres y madres de hijos preadolescentes y adolescentes ha sido la población objetivo considerada la más idónea para implementar intervenciones preventivas de tipo familiar. Pero progresivamente, se ha comenzado a considerar que promover actitudes sanas respecto a la drogodependencia en edades tempranas de la vida es más eficaz que intentar modificar posturas erróneas ya adquiridas en edades más tardías.