Es cierto que muchos niños y adolescentes, en ocasiones, se comportan mal pero cuando los trastornos tanto en la conducta como a nivel emocional duran varios meses y los intentos de solución de la familia no logran reducirlos hay que empezar a plantearse buscar la ayuda de un profesional que pueda orientar hacia las soluciones más adecuadas.

Hemos de contar con que los problemas psicológicos en estas edades son difíciles de detectar. Los padres pueden llegar a sospechar que su hijo pequeño o adolescente tiene un problema cuando actúa de manera anormal sin aparente motivo, muestra comportamientos y sentimientos tristes, rebeldes o alterados que antes no existían o que últimamente se producen con mayor frecuencia y/o intensidad. En niños pequeños se pueden manifestar normalmente mediante un descenso en el rendimiento escolar, falta de sueño, hiperactividad, rabietas, o falta de participación en actividades escolares o familiares. En el adolescente, muchas veces la búsqueda de la independencia entra en conflicto con las normas que los padres imponen, además de otras problemáticas que surgen en esta época de su desarrollo bio-psico-afectivo. A los síntomas citados se pueden sumar posibles abusos de sustancias, cambios en el apetito, aislamiento de su círculo de amigos habitual, depresión, mentiras, hurtos, etc.

Hay veces en las que no hay muchas pistas. Por eso es fundamental acudir a una terapia de niños o adolescentes en la que los profesionales valoren los trastornos y traten de ofrecer soluciones.

La psicoterapia implica un conjunto de técnicas y métodos que se usan para poder ayudar a niños y adolescentes que experimentan dificultades en sus emociones y comportamiento. Aunque hay diferentes tipos de psicoterapia, todos se sirven de la comunicación para lograr cambios, les ayudan a resolver conflictos con otras personas, a entender emociones y problemas, a reducir los síntomas y mejorar su calidad de vida.

Para incrementar la eficiencia de la intervención terapéutica con niños y adolescentes, es necesario contar con la participación de los padres e incluso de los hermanos, no solo como personas a los que hay que informar, sino como parte activa de la terapia, porque estamos convencidos de que la familia es un recurso fundamental que debe ayudar al niño para ayudar a enfrentar sus dificultades. Debemos entender la familia como recurso y no como problema por eso, mucho de las terapias de niños y adolescentes se convierten al final en terapias familiares.

 

Los problemas psicológicos más habituales en estas edades son:

  • Trastornos de ansiedad, miedos y fobias.
  • Depresión infantil. Bajo estado de ánimo, desmotivación, o falta de interés.
  • Falta de habilidades sociales. Timidez.
  • Problemas de conducta: conductas agresivas, desobediencia y no aceptación de normas, dificultades en la convivencia…
  • Trastornos de la conducta alimentaria: hábitos de alimentación inadecuados, anorexia nerviosa, bulimia nerviosa, ingesta compulsiva, vigorexia.
  • Trastornos del sueño: pesadillas, falta de hábitos adecuados de sueño
  • Trastornos adaptativos: derivados de diferentes situaciones familiares, escolares, etc.
  • Consumo de drogas y alcohol.
  • Adicción a las nuevas tecnologías
  • Trastornos adaptativos: separación de los padres, fallecimiento de ser querido, nacimiento de hermano, etc

En el ámbito del rendimiento escolar intervenimos en:

  • Orientación y asesoramiento a padres y educadores
  • Fracaso escolar.
  • Valoración de la inteligencia y otras habilidades.
  • Déficit de atención.
  • Acoso escolar
  • Establecimiento de hábitos y técnicas eficaces de estudio